VERONICA ROSSATO

30 de marzo de 2011

Dame tu mano

"Si tu corazón es como el mío. Si amas a Dios y al prójimo, no pido más. Dame tu mano" (John Wesley).
En estos días he regresado al norte de África para extender mi mano y tomar la de aquellas amigas que el Señor me ha permitido hacer en esta tierra. Ellas se alegran, agradecen que no las haya olvidado y festejan el reencuentro. Nos abrazamos, y en este acercamiento seguimos abriendo una brecha por la que entrará la Luz...
En las calles hay protestas y manifestaciones, reclamos de justicia y mayor libertad. Las mentes conciben nuevos horizontes, los corazones sueñan sueños de esperanza. Y aquí estamos, para acompañar, para amar... 

14 de marzo de 2011

En el monte chaqueño se alaba a Dios en lengua mocoví


El viento hace volar la tierra reseca y aviva el fuego cerca de cada vivienda. Las brasas arden durante todo el día, calentando agua para el mate o cocinando la tortilla de harina y grasa que consumen las familias mocovíes.  A veces ese es el único alimento de la jornada.
Las casitas de adobe o ladrillo sin revoque están esparcidas en el monte -o lo que queda de él-  donde generaciones anteriores cazaban y recolectaban miel. Los mismos aborígenes han talado los árboles para vender la madera; las pocas hectáreas que el gobierno les ha concedido ya no pueden proveer alimento a la comunidad.
Colonia General Necochea es uno de los numerosos asentamientos aborígenes del norte argentino. Un territorio donde los niños parecen multiplicarse cuando llega un vehículo, mientras que las mujeres observan tímidamente a la distancia y los hombres salen al encuentro del visitante.  Un encuentro que resulta emocionante cuando quien llega está regresando después de casi una década de ausencia.
VOLVER
En esta toldería pasé cinco meses como aprendiz, aunque ellos me recuerden como “la misionera”. Regresar y encontrar a las mismas familias, los mismos hermanos en la fe, es una tremenda alegría. Al mismo tiempo, es triste ver que las condiciones de vida casi no han cambiado en esta parte del asentamiento, que el tendido de energía eléctrica prometido en cada víspera de elecciones nunca ha llegado, y que el único adelanto es la excavación de dos pozos de agua, con lo cual ahora son tres las bocas donde sumergir los cubos que luego son transportados a pie o en bicicleta hasta cada hogar.
El reducido templo de ladrillos y adobe, con techo de chapas (uno de los cinco lugares de culto evangélico que hay en Colonia Necochea)  sigue idéntico, con bancos que son simples tablas de madera apoyadas sobre trozos de troncos. Las pequeñas ventanas resultan insuficientes para renovar el aire cuando llega el verano, los mosquitos invaden y el farol a gas agrega calor al ambiente. Pero en este precario lugar las reuniones de culto a Dios son verdaderas fiestas, con largos periodos de alabanza en idioma nativo, tiempo para compartir testimonios, participación de los jóvenes y las mujeres, y predicación de la Palabra.
AQUÍ SE ALABA A DIOS
El sábado a la noche se reúnen los jóvenes y el domingo en el mismo horario es la reunión general.  Una nueva reunión acaba de inicairse los domingos a la tarde: “Invité a cinco o seis chicos y la sorpresa fue que vinieron veinticinco. No es una escuelita bíblica como otras porque el énfasis es la alabanza, aprender a cantar. Después quiero separar a los más grandecitos para enseñarles a tocar la guitarra”, comenta con entusiasmo Orlando, líder de albanza. Su ministerio lo lleva a viajar por toda la provincia de Chaco, invitado para ministrar en reuniones especiales y campañas evangelísticas organizadas por las iglesias aborígenes de la región. Su esposa y tres hijos quedan en el monte.
En este templo se reúnen entre treinta y cincuenta personas, dependiendo de la época del año. Muchos hombres trabajan como cosecheros golondrina (algodón, girasol, trigo) y están fuera de la comunidad por largo tiempo. Mientras tanto, las mujeres y los niños sobreviven como pueden: de alguna ayuda que reciben de parte gobierno, de los trueques que hacen en la ciudad más cercana (Charata, a 25 km.): vasijas de barro o gallinas por ropa usadas, azúcar, yerba, harina. También hay algunas ONG e iglesias de la zona que periódicamente les llevan alimentos.
VÍCTOR, UN HOMBRE TRANSFORMADO
En las inmediaciones de las colonias aborígenes algunos criollos han instalado “boliches”, es decir pequeñas proveedurías donde las familias nativas se abastecen de productos entregados a crédito. Cuando regresan los hombres que han salido a trabajar pagan la cuenta, y los que no son cristianos dejan también buena parte de su salario a cambio de bebidas alcohólicas.
“Yo me emborrachaba y venía a molestar a los cristianos cuando había culto”, dice con una amplia sonrisa Víctor, un hombre a quien Dios transformó. Todos lo conocen, saben cómo era su vida, y su testimonio de conversión ha impactado a muchos. Este hombre, llamativamente alto, es uno de los pocos que junto a  su esposa se ha dispuesto a vencer la aridez de la tierra y la falta de agua: además de plantar algunas especies ornamentales rodeando la vivienda, están cosechado batatas que venden en la proveeduría cercana. Otras familias han hecho una pequeña huerta, asimilando por fin las enseñanzas de los técnicos del Ministerio de Agricultura que periódicamente visitan la zona.
La madre del pastor Sixto Lalecorí, conocida por todos como Abuela Felipa, nos recibe con alegría pero no puede apreciar los brillantes colores del pañuelo que le llevarnos de regalo. Está ciega. Su nieta Gabriela, que era una niña la última vez que la vimos, ahora tiene dos hijos. Con la formación de nuevas parejas, las casitas se han ido multiplicando: como siempre han hecho los de su etnia, las familias mocovíes  se agrupan y constituyen un núcleo que honra a sus mayores. En este caso, la querida Abuela Felipa ocupa el lugar de honor.
Lalecorí no estaba en la comunidad cuando llegamos. No hemos podido hablar con él, pero su esposa e hijos han recibido las cajas de ropa y alimentos no perecederos que llevamos gracias a la colaboración de varias personas. Tal vez esta circunstancia –su ausencia- sea el motivo que nos haga regresar en otra oportunidad y, si es posible, compartir un culto a Dios celebrado en lengua mocoví.

12 de marzo de 2011

COMO LAS TORTUGAS

No me llamó la atención el titulo (“Un largo camino hasta Florida”) sino la fotografía que acompañaba al texto periodístico. 
La noticia en cuestión era que dos tortugas boba recuperaron la libertad al ser soltadas en el espigón de Las Teresitas, en Santa Cruz de Tenerife. Habían pasado una temporada en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre, y ya curadas de las heridas con las que las encontraron, iniciaron un viaje que las llevaría hasta las costas del sur de Florida.
En la imagen se veía un hombre arrojando al mar una tortuga. Nada fuera de lo común. Sin embargo, aquel animalito tenía algo especial: parecía ansioso por llegar al agua y comenzar la larga travesía… aunque le faltara una de sus aletas. Fue necesario amputársela para que sobreviviera, ya que se encontraba en muy mal estado.
Aunque parezca extraño, me identifiqué con aquella tortuga. En segundos reviví el momento en que, magullada y malherida, llegué a Cristo y fui acogida por una comunidad sanadora. Las heridas cicatrizaron con perdón, gracia y misericordia divina, aunque hubo secuelas que no pudieron evitarse. Ni modo, debo continuar viaje con ellas, igual que la tortuga.
El periódico decía que los dos reptiles, de entre tres y cinco años (estas tortugas pueden vivir hasta 200 años), dedicarían el próximo ciclo a vagar por el océano, como el resto de los miembros de su especie, manteniéndose en alta mar para alimentarse y aumentar de peso. Es lo que se llama “ciclo de años perdidos”: comen, suben de peso y ganan tamaño hasta que llegan a la edad adulta y están preparadas para reproducirse.
Se me ocurrió entonces que podría hacerse un paralelismo con la persona que llega herida a su encuentro con Jesús. Para saltar a la etapa de crecimiento espiritual –discipulado, estudios bíblicos- y alcanzar la edad adulta en que puede “reproducirse” y discipular a otros, necesita previamente recibir sanidad del alma.
Las heridas en estas tortugas fueron causadas por plásticos arrojados al descuido. En uno de sus periplos, ambas se engancharon con los residuos contaminantes. Como estos plásticos, los hechos pecaminosos, propios (nuestros pecados) y ajenos, nos dañan. Y aún siendo creyentes, no estamos libres de quedar atrapados en las redes de pensamientos, actitudes y acciones contaminantes; pero, felizmente, las puertas de la sanidad en Cristo permanecen siempre abiertas!
Resulta curioso que estas tortugas aprovechan las corrientes marinas para recorrer la larga distancia desde la Macaronesia hasta el Nuevo Mundo, sin que deban realizar un gran esfuerzo en la travesía, pues las corrientes son autenticas “cintas transportadoras”.

Nuestras vidas puede transcurrir ligeras si nos sumergimos en la corriente del Espíritu,
“cinta transportadora” para los hijos de Dios. Jesús tiene un bálsamo especial que sana heridas, aún aquellas que intentamos ocultar porque son muy feas y duelen demasiado.
Busca su ministración –a veces será necesario contar con ayuda- y reinicia la travesía de la vida con nuevas fuerzas, sumergiéndote en el océano de del amor de Dios.

© V. Rossato, ProtestanteDigital.com

11 de marzo de 2011

Amando a los presos...


Viajar por el sur de Chile es disfrutar de los más bellos paisajes con bosques húmedos, volcanes nevados, lagos y ríos de color azul turquesa, aguas termales, rosales y hortensias florecidos, abundancia de pescados y mariscos frescos, pintorescas casas de madera y mucho más.
La Carretera Panamericana en Chile, conocida oficialmente como Ruta 5, recorre el país de norte a sur, desde el límite con el Perú hasta la ciudad de Puerto Montt, donde queda interrumpida por el canal de Chacao y continúa luego en la Isla Grande de Chiloé.
Los aproximadamente 3.363,97 km de ruta alcanzan el extremo sur de la isla mayor del archipiélago Chiloé, comprendido entre los paralelos 41º y 43º de latitud sur, que presenta una sucesión de colinas altas y cubiertas de vegetación, ente las que hay planicies y colinas más bajas, dedicadas a la agricultura y la explotación forestal.
La cultura chilote difiere de la del resto del país por la existencia de rasgos propios generados en parte por la mezcla de tradiciones indígenas e hispánicas y en parte por las soluciones originales que se han encontrado para resolver los problemas que plantea el medio ambiente insular.
ARQUITECTURA INSULAR
Son típicos en el archipiélago los palafitos, construcciones sobre pilares de madera en el agua, que si bien no son una arquitectura originaria de Chiloé, fueron adoptados en Ancud, Quemchi, Castro, Chonchi y otros puertos, para un mejor aprovechamiento de la ribera durante la expansión comercial en el siglo XIX. Actualmente sólo quedan ejemplares en Castro y Mechuque.
Llama la atención del visitante la presencia de numerosas iglesias cuya arquitectura está inspiradas en las de Baviera, patria de los sacerdotes que iniciaron las construcciones (que datan  del siglo XVIII y el XIX) que destacan por haber perdurado a pesar de estar hechas en madera.
AMANDO A LOS PRESOS
La presencia evangélica se evidencia en los pequeños templos diseminados por la isla mayor, en revistas distribuidas en lugares públicos, en la utilización de nombres bíblicos para personas y locales comerciales… Y en una noticia que ocupó hace algunos meses la primera plana en medios de prensa locales: En el Centro de Detención Preventiva de Castro funciona desde hace algunos meses el programa “Amando a los presos amarás a Cristo”, (APAC),  seguido actualmente por siete mil internos en Chile.
El Centro Penitenciario de la capital chilota se ha convertido en el recinto de Gendarmería número 18 a lo largo de Chile, y el segundo en la región tras el de Osorno, en que las Iglesias Evangélicas aplicarán un programa de rehabilitación que busca revalorizar al ser humano, a los internos y a la familia desde una óptica cristiana.
El periódico digital “eldalcahuino” informó que estuvieron presentes en el acto de inauguración del pabellón evangélico el gobernador de Chiloé, César Zambrano, el capellán nacional evangélico de Gendarmería, Luis Moussiett, autoridades de Gendarmería y cerca de medio centenar de internos que profesan la fe evangélica.
El gobernador Zambrano señaló en la oportunidad que “ya se observa en la población penal  un grado de reconstrucción moral y psicológica apoyada en el servicio de la Iglesia Evangélica. La misma está haciendo más participe a un ser humano que alguna vez perdió todo por un delito y que puede ser reformado, reconfortado y ser útil a la sociedad”.
Por su parte el capellán Luis Moussiet explicó que la metodología “Amando a los presos amarás a Cristo”  nació en Brasil y hoy día se desarrolla en 200 países. “Chile es uno de los países que tiene más potencialidades en estos momentos. El estilo es buscar espacios físicos que nosotros podemos acondicionar, para que los internos pasen su condena con dignidad una vez que ellos hayan decido por un cambio de vida interior, es decir, que haya un cambio de adentro hacia fuera”, dijo.
El programa de rehabilitación exige a los internos trabajar, estudiar, cuidar su salud, involucrarse en la recuperación familiar y participar en las actividades que ofrece Gendarmería en el lugar.

10 de marzo de 2011

IGLESIA EVANGÉLICA Y LA MUJER

"Jesús y el Evangelio dignifican totalmente a la mujer; la Iglesia evangélica sólo a medias"

<em>Jesús y el Evangelio dignifican totalmente a la mujer; la Iglesia evangélica sólo a medias</em>
Opina la teóloga argentina Nancy Elizabeth Bedford.
8 de marzo de 2011, BUENOS AIRES

Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, nos preguntamos:¿Cuál es la situación en el contexto evangélico latinoamericano en cuanto a la igualdad de género y el papel responsabilidad real que se concede a las mujeres? Planteamos el interrogante a la teóloga argentina Nancy Elizabeth Bedford, profesora de Teología Aplicada en la cátedra Georgia Harkness del seminario metodista Garrett-Evangelical, en Chicago, Estados Unidos, y Profesora Extraordinaria No Residente del Instituto Universitario ISEDET de Buenos Aires. Se congrega en una iglesia menonita.

“Se trata de una pregunta complicada que no tiene una respuesta sencilla. Lo primero que hay que recordar es que el evangelio de Jesús desde el principio fue una buena noticia para muchas mujeres. Algunos de los primeros testimonios históricos que tenemos acerca del movimiento de Jesús en las primeras décadas del cristianismo, por ejemplo, hablan de la participación de mujeres esclavas como líderes en las iglesias. Esto era algo que llamaba la atención desde los círculos paganos. La convicción de que ‘en Cristo ya no hay ni varón ni mujer’ (Gálatas 3:28) tuvo un gran impacto entre los seguidores de Jesús y lo sigue teniendo: donde llega el evangelio también llega la buena noticia de que las mujeres somos ciudadanas de primera del reino de Dios”, respondió Bedford.

Sin embargo, la situación de desigualdad no está resuelta. “Esta buena noticia para las mujeres –acotó la teóloga- ha coexistido desde el principio con la convicción de que las mujeres deben someterse a los varones ‘por ahora’, y que la igualdad es una promesa escatológica que se cumplirá recién más adelante, cuando el reino sea consumado: por ahora conviene que las mujeres “aprendan en silencio” y no molesten demasiado. Ambas tendencias, el movimiento hacia la igualdad entre varones y mujeres, y el movimiento hacia la subordinación temporal de las mujeres a los varones, coexisten en las Escrituras, por ejemplo en los escritos paulinos. Nos compete como seguidoras y seguidores de Jesús tratar de discernir cuál es la manera más fiel de proseguir en los pasos de nuestro Maestro con la ayuda del Espíritu Santo: ¿Que las mujeres nos callemos y nos sometamos? ¿O que nos expresemos desde la igualdad? ¿Que nos salvemos pariendo hijos y dedicándonos al ámbito doméstico? ¿O que nos involucremos de acuerdo a nuestras capacidades y dones en todos los ámbitos sociales?”.

AMÉRICA LATINA
Centrando la reflexión en América Latina, Bedford expresó que “lo que vemos es un panorama mixto”. A continuación analizó la cuestión desde una perspectiva sociológica. “No resulta difícil descubrir lo que los sociólogos de la religión denominan ‘la paradoja de género pentecostal’, que aparece no solamente entre los pentecostales, sino en todo el ámbito evangélico: en las parejas heterosexuales donde existe una conversión de ambos a la fe evangélica, los varones suelen superar el alcoholismo y el tabaquismo, dejar de tener relaciones con múltiples parejas y se integran más al ámbito doméstico. Esto suele tener consecuencias positivas para las mujeres de la familia”.

Sin embargo –señaló- el fenómeno tiene sus límites. “Suele existir también una barrera, muchas veces implícita, que la mujer no debe franquear, y que tiene que ver con el poder de un paternalismo aparentemente benigno. Si las mujeres cuestionan demasiado los contornos de ese paternalismo, el esquema de poder muestra su rostro menos benigno: las mujeres en cuestión son acusadas de sobrepasarse, de desubicarse, de no ser femeninas, y de tener que aprender a bajar la cabeza. Si están casadas, sus esposos caen bajo la sospecha de “falderos” o de sometidos. En otras palabras, las mujeres pueden ejercer sus dones espirituales en la medida que no cuestionen el pacto patriarcal, sacralizado por algunos versículos bíblicos y por un bagaje cultural sexista que naturaliza la desigualdad. No es inusual que el liderazgo pastoral de una congregación mire al costado si hay violencia doméstica bajo la convicción de que las mujeres deben aprender a ser humildes y a ubicarse”.

Nancy Bedford acotó a continuación: “Lo que surge, entonces, es que el evangelio suele llevar a que las mujeres se instruyan, aprendan a interpretar textos, oren, canten o hasta prediquen en público y en general asuman papeles en las iglesias evangélicas que las preparan para destacarse en muchos ámbitos de la sociedad, dentro y fuera de la iglesia. Al mismo tiempo, reciben el mensaje de que deben someterse a las autoridades masculinas familiares y eclesiales y que no deben sobrepasarse ni cuestionar demasiado las estructuras de poder paternalistas y/o patriarcales, so pena de ser desacreditadas dentro de una comunidad con la que se identifican profundamente. Cuál pueda ser ese límite a no franquear depende del momento histórico y de la congregación”.

A modo de conclusión, la teóloga expresó que “Lo difícil para las mujeres evangélicas es que el ejercicio pleno de su vocación y de sus dones dependa del beneplácito de una estructural paternalista, cuando pareciera que la interpretación más integral y cabal del evangelio apunta a otra cosa: a que en Cristo se disuelven todas las jerarquías, tengan que ver con la raza, la clase social, el sexo o el género”.

INTERROGANTES
Nancy Bedford es autora de varios libros, entre ellos La porfía de la resurrección (Editorial Kairós), en el cual se refiere en forma autocrítica a su propio silencio frente al sentido común fariseo: “¿Alguna vez habré escuchado en la iglesia que se orara para que cesara el pecado que lleva a que por lo menos una de cada tres mujeres en todo el mundo sea violentada sexualmente o golpeada brutalmente en algún momento de su vida? ¿Yo alguna vez saqué el tema desde el púlpito, alguna de las veces que me lo pasaron? Creo que no” (pág. 33).

La porfía de la resurrección es una invitación a descubrir la fe en el triunfo del amor por sobre el odio, de la vida por sobre la muerte, de la creación amorosa de Dios por sobre la nada: esa fe nos va fortaleciendo la rebeldía ante las múltiples opresiones de las que sufrimos, pero también nos empuja a la conversión ante nuestras complicidades con la opresión, nos da hambre y sed de la justicia de Dios, nos vuelve porfiadas y porfiados ante el mal y alegres en nuestro caminar en el Espíritu.

En este Día Internacional de la Mujer queda planteado un interrogante: ¿Qué actitud tenemos los evangélicos respecto a las mujeres que sufren violencia doméstica, a las que son mutiladas en cumplimiento de atavismo ancestrales, a las refugiadas, a las marginadas en su propia comunidad, a las víctimas de la trata de personas, a las que son explotadas…? ¿Hacia dónde estamos mirando? A decir verdad, solemos recordar a las viudas, pero nos cuesta mucho mirar a otras mujeres en situación vulnerable, dramática, injusta, que son millones en todo el mundo. 
Autor: Verónica Rossato
www.protestantedigital.com